viernes, 30 de septiembre de 2011

Día 5, Museo Edo Tokyo y Akihabara

El quinto día de viaje se fue el calor y el sofoco de los primeros días y llegó la lluvia, lo que nos obligó a trastocar un poco los planes que teníamos pensados para ese día. Así pues, decidimos ir a visitar algún museo a la mañana, y a la tarde, si el tiempo mejoraba, ir a Akihabara, el distrito electrónico de Tokyo.

Puesto que el día anterior no nos habíamos acordado de comprar nada para desayunar a la mañana, nada más levantarnos nos duchamos a todo correr y cogimos un metro que nos llevo hasta el museo Edo Tokyo, que se encuentra al otro lado del Río Sumida. Estuvimos un rato buscando algún supermercado donde poder comprar algo para desayunar (fanta de leche o algún refresco con sabor a tortitas con sirope, por ejemplo), pero no hubo forma. Sin embargo, la suerte nos llevó a encontrar una pastelería en la que tomamos unos bollos con chocolate y un café. Fue bastante gracioso, ya que mientras nos lo tomábamos estuvimos comentando lo que nos iban a cobrar al pedir la cuenta (3 bollos de chocolate, uno de crema y 3 cafés bastante grandes dudo que bajasen de 12 € en Donosti) pensando que sería caro, pero para nuestra sorpresa, nos invitaron a los cafés y entre los 3 no pagamos más de 650 yenes.

Después de coger energías volvimos hacia el Edo-Tokyo Museum. Se trata de un museo en el que se cuenta la historia de la ciudad de Tokyo entre los siglos XV al XIX, cuando aun se llamaba Edo. En él se pueden encontrar miniaturas de cómo era la ciudad en aquella época así como réplicas a tamaño real de puntos significativos de la ciudad en aquel entonces, como el puente Nihonbashi, que unía la ciudad con el Palacio Imperial. Como dato curioso, el museo tiene la misma altura que la que tenía el Edo Castle Tower.


La visita al museo resultó muy interesante, gracias en parte a la genial explicación de nuestro guía particular J.T. Y os preguntareis: “¡Qué pijos estos cogiéndose un guía privado para un museo!” Pues nada de eso. Resulta que el museo pone a disposición de los visitantes unos guías voluntarios (dependiendo de la hora los hay en un idioma o en otro) que te explican detalladamente cada cosa que hay para ver.

La situación fue bastante graciosa, ya que nos acercamos al mostrador en donde te asignaban al guía y nos preguntaron en que idioma lo queríamos. A esa hora no había en castellano, así que le dijimos que en inglés, que así de paso practicábamos un poco. Detrás de la persona que te atendía en el mostrador había varias personas sentadas en sillas, como esperando su turno. Y así fue. La persona del mostrador se giro hacia los de las sillas y les pregunto que a ver quien quería ser nuestro guía en inglés. A J.T. le faltó tiempo, no se lo pensó ni un segundo, levantó la mano y se vino con nosotros. No quiero ni imaginarme como habría sido esta misma situación en España. Seguro que todos habrían hecho lo posible por no salir de detrás del mostrador. Alguno hasta se habría tirado al suelo para esconderse.


Pues nada, J.T. nos guió durante más de dos horas por el museo, explicándonos toda la historia de la ciudad, cómo vivían entonces, cómo estaba distribuido el Palacio Imperial… En fin, que realmente mereció la pena, y sin duda recomendamos a la gente que tenga pensado visitar el museo que coja un guía voluntario, ya que de lo contrario no se enterará un montón de cosas que ocurrieron en la antigua Edo.


Al terminar de ver el museo, y tras hacer unas fotos por los alrededores, nos acercamos al Nihon Sumo Kyokai, lugar donde se celebran los combates de sumo en Tokyo, que está a escasos metros del museo Edo-Tokyo y en el que casualmente se estaba disputando un campeonato en esas fechas. Vimos a varios luchadores entrar y nos interesamos por los precios de las entradas, ya que habría sido curioso poder ver un campeonato, pero las más baratas (a 2000 yenes, 20 €) se habían agotado a primera hora de la mañana, y nuestra cartera no estaba como para pagar los más de 15000 yenes que costaban las entradas que aún estaban disponibles. Así pues cruzamos el río y comenzamos a dirigirnos hacia Akihabara.

Por el camino, como ya eran cerca de las 2 del mediodía compramos un bento igual que la noche anterior y lo comimos en unos bancos cerca de uno de los muchos canales que atraviesan la ciudad.

A la tarde por fin llegamos a Akihabara, también conocida como Akiba o Akihabara Electric Town. Se trata de una zona comercial en la que la mayoría de los comercios se dedican a la venta de productos electrónicos (ya sean ordenadores y móviles o componentes electrónicos como resistencias, condensadores e interruptores a un precio realmente desorbitado), figuras y cómics de anime y manga, “Maid Cafés” en los que las camareras juegan a ser tus sirvientas y edificios enteros en los que se venden videojuegos de consolas con más años que nosotros mismos. En resumen, la meca de la cultura otaku y geek de Japón.

 
Lo primero que hicimos al llegar fue entrar a uno de los muchos Sega Center que hay por la zona. Un Sega Center es un edificio lleno de máquinas recreativas y máquinas en las que intentar conseguir premios como figuras, peluches y hasta toallas o sábanas con imágenes de chicas. Llama la atención la cantidad de gente que juega sin parar a dichas recreativas y el tremendo ruido que hay en cada uno de los pisos. Al igual que comentamos acerca del Pachinko, 30 minutos ahí dentro y lo más probable es que tu cabeza explote. 


Después anduvimos por la calle principal de Akihabara, entrando en tiendas a cada cual más peculiar. Lo curioso es que a diferencia de en España, aquí las tiendas no están a la altura de la calle y se ven a simple vista, sino que en cada piso de cada edificio hay una tienda diferente. Te metes en el ascensor y dentro tienes unos carteles informativos en los que te indica que hay en cada piso. Seleccionas al que quieres ir, se abren las puertas y ya estas dentro de la tienda. Así estuvimos un buen rato hasta la hora de cenar.


Surgió la idea de que para terminar el día podíamos ir a un Karaoke a invocar al Dios de la Lluvia con nuestros cánticos (y vaya si lo invocamos…). Ya que el ir los tres solos iba a resultar un poco aburrido, decidimos tomarnos unas cervezas antes de entrar. Habría estado bien ir a algún bar, pero ya teníamos la lección aprendida de un par de días antes y no estábamos dispuestos a pagar 900 yenes por cada caña, así que el Seven Eleven y las cervezas de la marca Asahi se convirtieron en nuestros mejores aliados.

Buscamos un Karaoke con buena pinta y tras algún que otro malentendido con el precio del mismo (entre que ellos no tienen ni idea de inglés y nosotros de japonés no íbamos sobrados…), después de que llamasen al encargado que era el único que entendía algo de inglés, cogimos media hora de Karaoke por 300 yenes cada uno. Habitación privada para nosotros solos con vistas a la calle, iluminación con focos de colores y miles de canciones entre las que elegir mediante paneles táctiles conectados por wifi a la tele. Lo malo es que con media hora sólo nos dio para cantar unas 5 o 6 canciones, pero viendo el tifón que llegó a Tokyo el día siguiente no quiero ni pensar cómo hubiera sido el mismo si llegamos a estar cantando durante 2 horas. De nuestra impactante actuación en el Karaoke hay documentación videográfica que, desgraciadamente para vosotros, aun no vais a poder ver, pero todo llegará... De momento, unas imagenes.


Tras media hora, nos llamaron por teléfono a la habitación para decirnos que el tiempo se nos había agotado, así que fuimos a la estación y cogimos el último tren hacia Shinjuku por los pelos, aunque si llegamos a nuestro destino fue gracias a la ayuda de un Tokyota que nos dijo que teníamos que cambiar de andén en una estación en concreto. ¡A saber hasta dónde habríamos llegado si no nos llegamos a enterar de eso!

Llegamos a Shinjuku y fuimos andando hasta nuestro hostal. Para entonces la lluvia ya era abundante, pero tuvimos la suerte de encontrarnos un par de paraguas en el suelo, que aunque estaban medio rotos, nos libraron de llegar mucho más mojados. Para nuestra sorpresa, al llegar al hostal y entrar en el ascensor, vimos que habían puesto un cartel avisando de que un tifón iba a llegar a Tokyo, y que recomendaban no salir a la calle durante todo el siguiente día por los fuertes vientos y lluvias que se preveían.


3 comentarios:

  1. AHHAHAHA ibon que guapa en esa foto !XDD
    me encanta esta entrada , tengo muchisimas mas ganas de ir ahora >.<

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  2. Me flipa este blog chicos! En menos de 3 meses voy para allá y a cada entrada que leo mas ansia me entra! Un saludo!!

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  3. Gracias Francisco! Disfruta el viaje y pásatelo de muerte por nosotros!
    Un saludo y gracias por escribir.

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